Isabel Allende es muy explícita al tratar temas sobre sexualidad en su libro "La Casa de los Espíritus" (versión en PDF). Los latinoamericanos somos muy conservadores y seguimos teniendo muchos tabúes, aún más 35 años atrás, cuando el libro fue publicado. Por ello, describir algunas escenas en la manera en que lo hizo la autora fue un riesgo, ya que podría escandalizar a los lectores, pero afortunadamente la obra fue un éxito y estos relatos le dieron vida. Algunos de los temas tratados por Allende son:
Este es el tipo de relación más normal, ya que se da entre parejas más formales, como Blanca y Pedro Tercero, Nicolás y Amanda, o Alba y Miguel. Lo que las hace alarmantes es la temprana edad a la que se dan. A pesar de que ya se han conocido por un tiempo, estas parejas aún no tienen estabilidad ni están en condiciones de afrontar las consecuencias de sus actos. Un ejemplo de ello es el inesperado embarazo de Amanda y su fatal desenlace. "-¡Qué vamos a hacer ahora! -exclamó. -Un aborto, por supuesto -respondió ella" (Allende, pág. 247). Con esta decisión no sólo privaron a un niño inocente del regalo de la vida, sino que también pusieron en riesgo la vida de Amanda. Puedes leer más sobre el tema en el artículo La Casa de los Espíritus y el Aborto.
Las relaciones sexuales, aunque sí suceden con amor, son más impulsadas por el deseo y la pasión incontrolables. Así, los jóvenes buscan cualquier lugar y tiempo para sus encuentros, sin importar si están rompiendo reglas, descuidando sus obligaciones o incluso poniendo sus vidas en riesgo:
"Pasaban la noche en el río, inmunes al frío o el cansancio, retozando con la fuerza de la desesperación, y sólo al vislumbrar los primeros rayos del amanecer, Blanca regresaba a la casa y entraba por la ventana a su cuarto, donde llegaba justo a tiempo para oír cantar a los gallos" (Allende, pág. 172).
"Alba descuidó el violoncelo, excepto para tocarlo desnuda sobre el lecho de topacio, y asistía a sus clases en la universidad con un aire alucinado. Miguel también postergó su tesis y sus reuniones políticas, porque necesitaban estar juntos a toda hora y aprovechaban la menor distracción de los habitantes de la casa para deslizarse hacia el sótano" (Allende, pág. 347).
"Trató de razonar con ella el peligro que significaba ser la compañera de un guerrillero, aunque estuviera protegida por el apellido del abuelo, pero ella lloró tanto y se abrazó con tanta angustia a él, que tuvo que prometerle que aun a riesgo de sus vidas buscarían la ocasión de verse algunas veces" (Allende, pág. 416).
En la obra también hay algunas relaciones instantáneas. Estas cortas relaciones demuestran promiscuidad y falta de compromiso, ya que sirven para saciar un deseo más que para complementar el alma. Una de las relaciones más intrigantes y que se menciona rápidamente es la de los gemelos con una mujer mayor en un terreno baldío. "Años más tarde, los mellizos terminaron de hacerse hombres escapando del colegio para meterse en el sitio baldío del basural, donde cambiaban los cubiertos de plata de su madre por unos minutos de amor prohibido con una mujerona inmensa que podía acunarlos a los dos en sus pechos de vaca holandesa, ahogarlos a los dos en la pulposa humedad de sus axilas, aplastarlos a los dos con sus muslos de elefante y elevarlos a los dos a la gloria con la cavidad oscura, jugosa, caliente, de su sexo" (Allende, pág. 140).
Otras relaciones cortas y rápidas fueron las de Pedro Tercero García con sus admiradoras. Él siempre supo que su único amor era Blanca, pero necesitaba saciar sus instintos con otras mujeres. Desde luego, siempre regresaba con su amor de la infancia y se sentía culpable. "Procuraba hacerlas felices un tiempo brevísimo, pero desde el primer instante de ilusión, comenzaba a despedirse, hasta que, por último, las abandonaba con delicadeza. (...) A la mañana siguiente comenzaba el suave proceso de desprenderse de la nueva enamorada y apenas se encontraba libre, regresaba donde Blanca, más delgado, más ojeroso, más culpable, con una nueva canción en la guitarra y otras inagotables caricias para ella" (Allende, pág. 326).
Los prostíbulos son mencionados principalmente por Esteban Trueba. Comenzó a relacionarse con prostitutas en sus años de minero en la soledad del desierto. Luego, durante la reconstrucción de "Las Tres Marías" conoció el Farolito Rojo, en San Lucas. Allí conoció a una de las mujeres con mayor influencia en su vida: Tránsito Soto. "Esteban iba al lupanar porque era el único lugar de diversión del pueblo, pero no era hombre de prostitutas. No le gustaba pagar por lo que podía obtener por otros medios. A Tránsito Soto, sin embargo, la apreciaba" (Allende, pág. 80).
Esta jovencita, que fue ambiciosa desde el principio, llegó a la capital y poco a poco sacó adelante al Cristóbal Colón, fundando también una cooperativa de prostitutas. "-¡Claro pues, patrón! A mí se me ocurren un millón de cosas para mejorar al Cristóbal Colón. Yo le pongo entusiasmo a esta profesión" (Allende, pág. 129). "Había estado en el Cristóbal Colón hacía algunos años, pero casi lo había olvidado. En los últimos tiempos, el hotel había adquirido prestigio turístico y los provincianos viajaban a la capital nada más que para visitarlo y después contarlo a sus amigos" (Allende, págs. 329-330). Mucho más adelante, debido a los cambios en la sociedad, un prostíbulo dejó de ser un negocio muy rentable. Entonces Tránsito decidió convertirlo en un hotel para que las parejas se encontraran, "un sitio agradable para que las parejas clandestinas pudieran hacer el amor y donde un hombre no tuviera vergüenza de llevar a una novia por la primera vez. Nada de mujeres, ésas las pone el cliente" (Allende, pág 437).
Uno de los crímenes más atroces comentados en la historia son las violaciones y abusos sexuales. Por un lado, están las violaciones de Esteban a las campesinas debido a su derecho de pernada. Estos hechos fueron un abuso de autoridad que los inquilinos no se atrevieron a denunciar por miedo a una represalia mayor, aunque el crimen cambiara sus vidas para siempre. "No pasaba ninguna muchacha de la pubertad a la edad adulta sin que la hiciera probar el bosque, la orilla del río o la cama de fierro forjado. Cuando no quedaron mujeres disponibles en Las Tres Marías, se dedicó a perseguir a las de otras haciendas, violándolas en un abrir y cerrar de ojos, en cualquier lugar del campo, generalmente al atardecer. No se preocupaba de hacerlo a escondidas, porque no le temía a nadie" (Allende, pág. 74).
También están las violaciones cometidas por los policías políticos. Ellos también aprovecharon el caos nacional y el poder que les daban sus cargos para tratar a las prisioneras a su antojo. "Voces desconocidas la presionaban, entendía el nombre de Miguel, pero no sabía lo que le preguntaban y sólo repetía incansablemente un no monumental mientras la golpeaban, la manoseaban, le arrancaban la blusa, y ella ya no podía pensar, sólo repetir no y no y no, calculando cuánto podría resistir antes que se le agotaran las fuerzas (...)" (Allende, pág. 427).
Las relaciones homosexuales también forman parte de la obra. Este tema, que hoy en día es muy controversial, lo era con más ímpetu cuando la obra vio la luz. Sin embargo, Isabel Allende decidió incluirlo en "La Casa de los Espíritus". La primera mención de alguien homosexual que se hace es en "el Farolito Rojo, donde las prostitutas de doce años y Carmelo, el único marica del burdel y del pueblo, bailaban al son de una vitrola antediluviana" (Allende, pág. 79). También en el Cristóbal Colón trabajaban homosexuales. "Yo no había visto de cerca a ningún marica confeso, excepto Carmelo el que se vestía de japonesa en el Farolito Rojo, por eso me sorprendió que uno de mis amigos, padre de familia y corredor de la Bolsa de Comercio, eligiera a uno de esos adolescentes culones de los retratos. El muchacho surgió como por arte de magia detrás de las cortinas y se llevó a mi amigo de la mano, entre risitas y contoneos femeninos" (Allende, pág. 330).
Un personaje con tendencias bisexuales que pueden pasar desapercibidas en un principio es el Conde Jean de Satigny. Sus modales, extrañas costumbres y poco interés por la vida matrimonial se explican al principio por ser un extranjero. Pero después de un tiempo de matrimonio, la perturbada Blanca descubre el circo de terror en el que está viviendo. En este punto, Allende es bastante explícita: "Allí estaba toda la corte de los incas, desnuda como Dios la puso en el mundo, o mal cubierta por teatrales ropajes. Vio el insondable abismo entre los muslos de la cocinera, a la llama embalsamada cabalgando sobre la mucama coja y al indio impertérrito que le servía la mesa, en cueros como un recién nacido, lampiño y paticorto, con su inconmovible rostro de piedra y su desproporcionado pene en erección" (Allende, págs. 275-276).
Finalmente, hay otro personaje que es tachado de homosexual: Férula Trueba. Esta mujer dedicada al servicio y cuidado de otros convierte a Clara en su obsesión y el objeto de todo su afecto. Por eso está siempre acompañándola, la baña, la viste y, en una ocasión, incluso duerme con ella. Esta fue la gota que derramó el vaso y que hizo que su propio hermano la llamara lesbiana. "Buscando un poco de compañía y calor, se acostó a su lado procurando no despertarla y murmurando oraciones silenciosas para que aquello no fuera a degenerar en un terremoto. Allí la encontró Esteban Trueba. (...) gritó a su hermana lo que nunca debió decirle, desde marimacho hasta meretriz, acusándola de pervertir a su mujer, de desviarla con caricias de solterona, de volverla lunática, distraída, muda y espiritista con artes de lesbiana, de refocilarse con ella en su ausencia" (Allende, pág. 144). Este juicio apresurado terminó de romper la relación entre los hermanos, pero también entre los esposos Trueba.
En lo personal, opino que estas escenas son descritas muy vivamente y son las partes que menos me gustan de la obra. Deja un comentario y opina sobre estos controversiales temas. ¿Crees que es correcto tratarlos en obras literarias? ¿Consideras que los personajes son demasiado promiscuos? ¿Cambiarías estas partes de la historia?
Fuentes: