05 Nov
05Nov

"La Casa de los Espíritus" es una obra muy bien lograda que captura al lector desde el principio y no deja que se suelte en el camino. Los peculiares acontecimientos que ocurren, los extravagantes personajes que vienen y van, la mezcla de realidad y fantasía, los recuerdos de antaño, las pinceladas del futuro, las conexiones entre sucesos y personas, la cronología de los diferentes personajes, el paso del tiempo, el estilo de escritura y todos los elementos incluidos por Isabel Allende hacen de esta una obra maestra.

Si no has tenido la oportunidad de leer esta pieza literaria, te invito a que te sumerjas en este extraño mundo de creencias, espíritus, saleros flotantes, amores prohibidos, luchas ideológicas, cambios políticos, revolución, familia, costumbres y recuerdos haciendo clic aquí

Fascinante como es, la novela está llena de pasajes cargados de sabiduría, verdad o curiosos pensamientos. Por ello te invito a viajar a mi mente y conocer mis 20 citas favoritas:


“Necesitan a un hombre para sentirse seguras y no se dan cuenta que lo único que hay que temer es a los mismos hombres” 

(Allende, pág. 129).


"No se puede encontrar a quien no quiere ser encontrado"

(Allende, pág. 145).


“-Esto sirve para tranquilizarnos la conciencia, hija -explicaba a Blanca-. Pero no ayuda a los pobres. No necesitan caridad, sino justicia” 

(Allende, pág. 148).


"-¿Por qué vivía así, si le sobraba el dinero? -gritó Esteban.
-Porque le faltaba todo lo demás -replicó Clara dulcemente"

(Allende, pág. 166).


“Tenía la idea de que al poner nombre a los problemas, éstos se materializan y ya no es posible ignorarlos; en cambio, si se mantienen en el limbo de las palabras no dichas, pueden desaparecer solos, con el transcurso del tiempo”

 (Allende, pág. 182).


“Decía que el cristianismo, como casi todas las supersticiones, hacía al hombre más débil y resignado y que no había que esperar una recompensa en el cielo, sino pelear por sus derechos en la tierra”

(Allende, pág. 235). 


“«Tengo mucho que aprender», murmuró. Apoyó la frente en el cristal grasiento de la ventana, preguntándose si alguna vez sería capaz de dar en la misma medida en que esperaba recibir"

(Allende, pág. 250).


"Aquí la locura se repartió entre todos y no sobró nada para tener nuestro propio loco de remate"

(Allende, pág. 297).


“Igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo de lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene nada que ver con la realidad. Morir es como nacer: sólo un cambio”

(Allende, pág. 305).


“Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la más terrible de todas: la convivencia” 

(Allende, pág. 327). 


“-Uno siempre piensa que esas cosas pasan en otra parte -dijo Miguel-. Hasta que también nos pase a nosotros” 

(Allende, pág. 339).


"Cuando era pequeña, su abuela le había enseñado que las cosas propias de la función humana son naturales y podía hablar de la menstruación como de la poesía, pero más tarde, en el colegio, se enteró que todas las secreciones del cuerpo, menos las lagrimas, son indecentes"

(Allende, pág. 341).


"Es mejor un padre muerto que un padre ausente"

(Allende, pág. 377).


"-Vengo a anunciarle desgracias, Esteban -dijo Luisa Mora después de acomodarse en el sillón. 

-¡Ay, querida Luisa! De eso ya he tenido suficiente... -suspiró él"

(Allende, pág. 382).


"Entonces supe que el coronel García y otros como él tienen sus días contados, porque no han podido destruir el espíritu de esas mujeres"

(Allende, pág. 450).


"(...) decidimos que lo peor es tenerle miedo al miedo (...)"

(Allende, pág. 451).


"Mi abuelo tuvo la idea de que escribiéramos esta historia. 

-Así podrás llevarte las raíces contigo si algún día tienes que irte de aquí, hijita-dijo"

(Allende, pág. 451).


"Sospecho que todo lo ocurrido no es fortuito, sino que corresponde a un destino dibujado antes de mi nacimiento y Esteban García es parte de ese dibujo. Es un trazo tosco y torcido, pero ninguna pincelada es inútil" 

(Allende, pág. 452).


“(...) ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente (...)”

(Allende, pág. 453). 


"Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino sólo llenar estas páginas (...)"

(Allende, pág. 453).



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