02 Feb
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Las Voces que Finalmente Rompieron el Silencio

(y continúan haciéndolo)


En pleno siglo XXI aún existen países donde el sufragio femenino se ve restringido o condicionado. Y aunque parezca sorprendente, las mujeres consiguieron voz y voto desde hace menos de 200 años, y casi 100 años en Hispanoamérica. Esto es una muestra de cómo el reconocimiento de los derechos de la mujer ha sido un proceso retardado y lento. Guatemala ha seguido la norma de esta parsimonia, sufriendo muchas caídas y enfrentándose a dificultades, pero siempre levantándose para seguir avanzando, lento pero seguro. Es deber de toda la población proponer, promover e implementar soluciones a uno de los más grandes enemigos del desarrollo: el machismo.


La Historia del feminismo en Guatemala es muy reciente, ya que comenzó hace menos de un siglo. Ha ido de la mano con la situación nacional, ya que en las diversas etapas en que puede dividirse, las mujeres se han enfocado en temas de urgencia acordes a los acontecimientos de la época. La primera etapa es la sufragista, que ocurrió desde la Revolución de Octubre hasta los años sesenta. Durante estas décadas el país sufrió muchos cambios en su política, pasando de gobiernos conservadores, liberales y autoritarios a gobiernos socialistas, progresistas y democráticos, regresando luego a la ultra derecha. Las mujeres se dieron cuenta de que sus opiniones sobre el rumbo del país no eran escuchadas, por lo que comenzaron a exigir sus derechos políticos, particularmente la voto y la participación. Así se alcanzó el sufragio femenino condicionado a las mujeres que sabían leer y escribir en 1945, y completamente libre en 1965. Las mujeres también se involucraron en partidos y organizaciones políticas. Más de 50 años después, la participación de las guatemaltecas en política no es la esperada. En 2016, sólo 13% de los diputados eran mujeres, y de 338 municipios sólo 9 tenían una alcaldesa. Su participación en las elecciones también fue menor de lo esperado. Para superar estas barreras es necesario abrir espacios incluyentes y crear un sistema educativo que le brinde a las mujeres la formación necesaria para participar en política.


Habiendo obtenido más protagonismo en la vida del país, la siguiente etapa se desarrolló durante el Conflicto Armado Interno y los primeros años tras la Firma de la Paz, entre 1960 y 1999. Durante el Conflicto, muchas mujeres se unieron a los movimientos revolucionarios existentes. Lucharon por recuperar sus derechos violentados, pero también los de los presos políticos y demás afectados por la guerra. Estuvieron involucradas la Firma de los Acuerdos de Paz, asegurándose de que se tomaran en cuenta sus intereses. Y también buscaron obtener justicia por los 250,000 muertos o desaparecidos, lucha que se ha mantenido hasta nuestros días a través de Organizaciones de Esclarecimiento Histórico que cuentan con una gran participación de mujeres, principalmente indígenas, que velan por que los juicios por genocidio se desarrollen correctamente. Durante esta época también se llevó a cabo la primera manifestación pública para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, y se creó el Sector de Mujeres, que garantiza que sus necesidades sean tomadas en cuenta en la agenda política nacional. Los eventos ocurridos durante esta época marcaron fuertemente a nuestro país y, a pesar de que ya haya pasado tanto tiempo, no se debe descansar hasta solucionar todas las consecuencias del Conflicto. El Organismo Judicial debe reformarse para que se den soluciones prontas y eficientes.


Finalmente llega la etapa del nuevo milenio, del año 2000 hasta la actualidad. Los esfuerzos de esta época se han centrado en garantizar que todos los avances a nivel nacional e internacional no se estanquen ni retrocedan. Algunos de los temas que han cobrado fuerza en Guatemala en los últimos años, en concordancia con las tendencias mundiales, son la igualdad salarial; el respeto a los derechos laborales; la libertad de expresión, especialmente en la apariencia y forma de vestirse; la igualdad de género para la distribución de trabajos remunerados y tareas domésticas; el rompimiento del techo de cristal que no permite la participación femenina en puestos de importancia; la defensa de los derechos reproductivos que le permitan a cada mujer decidir sobre su cuerpo, incluyendo también la implementación de licencias de maternidad y paternidad justas; y la lucha contra la violencia en todas sus manifestaciones, con un enfoque especial en el abuso sexual. Es importante lograr la creación de leyes que respalden los derechos de las mujeres y castiguen a quienes los violen, pero aún más importante es promover un cambio en la mentalidad para erradicar desde sus raíces la cultura patriarcal que arrastramos.


Las mujeres han sido menospreciadas históricamente, pero cada vez se hace más fuerte el grito que denuncia los abusos. Es nuestra decisión unirnos al movimiento para crear un mundo en que cada ser humano se sienta valioso y sea tratado con respeto, sin importar su género. Y es importante comprender que el feminismo no es exclusivo para las mujeres, sino que necesita de hombres dispuestos a cambiar el rumbo de la humanidad.  



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