"(...) un nieto, el extraño Esteban García, que estaba destinado a cumplir un terrible papel en la historia de la familia"
(Allende, pág. 152).
Uno de los personajes más peculiares y perversos en "La Casa de los Espíritus" (versión en PDF), de Isabel Allende, es Esteban García. Sus apariciones son escasas a comparación de otros personajes, pero su importancia es inmensa. Esteban llevaba el nombre, mas no el apellido, de su abuelo. Sin siquiera recordarlo, la primera víctima de la prepotencia y promiscuidad de Esteban Trueba en "Las Tres Marías" fue Pancha García, hija del viejo Pedro García. Ella dio a luz a un niño, a quien puso el nombre de su verdadero padre, y que a su vez le dio el mismo nombre a su hijo.
El pequeño Esteban aparece por primera vez como un niño de diez años, y ya a esa edad demuestra su gran odio al patrón, infundido por su abuela Pancha García. Es verdad que el pasado de su familia fue muy doloroso, y que parte de su miseria es culpa de Esteban Trueba. Pero si hubiese tenido un corazón puro, el odio y la venganza no hubieran tenido un lugar en su vida. La gravedad de los crímenes del Señor Trueba es inmensa y un sentimiento de desprecio hacia él es bastante comprensible. Sin embargo, considero que Esteban García no debió actuar en la forma en que lo hizo, rebajándose al nivel de su adversario. Tampoco fue correcto que tomara su venganza en los familiares del patrón, que nada tenían que ver con la maldad de su pasado.
Los motivos que dice tener no justifican sus acciones. De hecho, él es sólo uno de los muchísimos afectados por el derecho de pernada del patrón, y es un afectado indirecto, hasta la tercera generación. Sin embargo, nadie más reaccionó de una manera tan violenta y atroz como él. "En aquella región sembrada de hijos ilegítimos y de otros legítimos que no conocían a su padre, él fue probablemente el único que creció odiando su apellido. Vivió castigado por el rencor contra el patrón, contra su abuela seducida, contra su padre bastardo y contra su propio inexorable destino de patán" (Allende, pág. 202) .
La próxima de sus apariciones se da cuando delata a Pedro Tercero García, que estaba escondiéndose de la rabia de Trueba. Odiando como odiaba a su abuelo, es muy improbable que el niño lo hiciera para ayudar al patrón. Tampoco hay motivos para que odiara a su pariente Pedro Tercero. Por lo tanto, es razonable pensar que dio el paradero del subversivo joven para obtener la recompensa monetaria ofrecida. Este acontecimiento pudo haberlos unido, o por lo menos disminuido el tamaño de las barreras que los separaban. Sin embargo, el mal humor de Trueba, aumentado por el escape de Pedro Tercero, lo hizo tomar una de las peores decisiones de su vida: no darle ninguna recompensa al niño. "Afuera quedó Esteban García frente a la puerta cerrada. Como yo, estaba llorando de rabia" (Allende, pág. 221).
Muchos años después se dio su primer encuentro con la pequeña Alba, que apenas tenía seis años. Para entonces, el rencor que lo consumía por dentro comenzó a cobrar vida. Hasta ese momento, todo su odio se había reducido a malos pensamientos, fantasías de enfermedad y muerte para el patrón y su familia legítima. Pero en aquella tarde tuvo la oportunidad perfecta para la venganza. "Sintió que odiaba a esa criatura casi tanto como odiaba al viejo Trueba. Ella encarnaba lo que nunca tendría, lo que él nunca sería. Deseaba hacerle daño, destruirla, pero también quería seguir oliéndola, escuchando su vocecita de bebé y teniendo al alcance de la mano su piel suave" (Allende, págs. 301-302). Estuvo a punto de violarla, de no ser por la aparición del patrón. Entonces Alba se fue y él se quedó haciéndole una petición importante a Trueba: quería ayuda para ser carabinero. Esteban Trueba decidió ayudar a su nieto ilegítimo pensando que le debía un favor y creyendo que sería bueno tener un allegado en la policía, sin saber que el Coronel García sería todo menos un allegado.
La venganza continuó gestándose dentro de su mente y cada vez que tenía contacto con Alba, se hacía realidad. Así, el día en que Alba cumplió catorce años fue más allá que ocho años atrás y la besó contra su voluntad. La joven trató de reprimir este horrendo recuerdo hasta el día en que volvió a encontrarse con su atormentador en la toma de la Universidad. En aquella ocasión, García la humilló pero no se atrevió a hacerle ningún daño físico al encontrarse entre muchas personas.
Después de este episodio, Esteban García no es mencionado por mucho tiempo. Sin embargo, su última aparición es la peor de todas. Llevó a cabo sus más macabros planes, valiéndose del poder que le daba su cargo de Coronel. Tomó a Alba como prisionera de la policía política y, junto a otros policías, la humilló, insultó, golpeó y violó. Todo comenzó aparentando ser un interrogatorio para conocer el paradero de Miguel, pero Alba pronto supo que era algo personal. Afortunadamente, la deprimida joven encontró personas buenas, e incluso al espíritu de su abuela, que la ayudaron a pasar por esta terrible prueba. Así, Esteban logró vengarse por todo lo que su condición de ilegítimo le privó de tener, pero no pudo satisfacerse con asesinar a ningún Trueba.
Indudablemente este niño barrigudo por los parásitos que llegó a Coronel es uno de los personajes más desagradables de la obra. Sin embargo, Alba, que fue la víctima de su mente retorcida y su espíritu perturbado, logró olvidar su maldad y sentir compasión por él. "Y ahora yo busco mi odio y no puedo encontrarlo. Siento que se apaga en la medida en que me explico la existencia del coronel García y de otros como él" (Allende, pág. 453).
¿Consideras que las acciones de García se justifican por su vida difícil? ¿Crees que los Trueba merecían recibir una lección como la que él les dio? ¿Serías capaz de perdonar a Esteban García como lo hizo Alba? ¡Déjame saber lo que piensas! Escribe un comentario al respecto.
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