14 Feb
14Feb

A continuación se encuentran algunos poemas de autores neoclásicos.


Oda V: De la primavera

Juan Meléndez Valdés (1754 - 1817)


La blanda primavera
derramando aparece
sus tesoros y galas
por prados y vergeles.

Despejado ya el cielo
de nubes inclementes,
con luz cándida y pura
ríe a la tierra alegre.

El alba de azucenas
y de rosa las sienes
se presenta ceñidas,
sin que el cierzo las hiele.

De esplendores más rico
descuella por oriente
en triunfo el sol y a darle
la vida al mundo vuelve.

Medrosos de sus rayos
los vientos enmudecen,
y el vago cefirillo
bullendo les sucede,

el céfiro, de aromas
empapado, que mueven
en la nariz y el seno
mil llamas y deleites.

Con su aliento en la sierra
derretidas las nieves,
en sonoros arroyos
salpicando descienden.

De hoja el árbol se viste,
las laderas de verde,
y en las vegas de flores
ves un rico tapete.

Revolantes las aves
por el aura enloquecen,
regalando el oído
con sus dulces motetes;

y en los tiros sabrosos
con que el Ciego las hiere
suspirando delicias,
por el bosque se pierden,

mientras que en la pradera
dóciles a sus leyes
pastores y zagalas
festivas danzas tejen

y los tiernos cantares
y requiebros ardientes
y miradas y juegos
más y más los encienden.

Y nosotros, amigos,
cuando todos los seres
de tan rígido invierno
desquitarse parecen,

¿en silencio y en ocio
dejaremos perderse
estos días que el tiempo
liberal nos concede?

Una vez que en sus alas
el fugaz se los lleve,
¿podrá nadie arrancarlos
de la nada en que mueren?

Un instante, una sombra
que al mirar desparece,
nuestra mísera vida
para el júbilo tiene.

Ea, pues, a las copas,
y en un grato banquete
celebremos la vuelta
del abril floreciente.

Puedes encontrar más obras de Juan Meléndez Valdés aquí.


Sobre el poder del tiempo

José Cadalso (1741 - 1782)


Todo lo muda el tiempo, Filis mía,
todo cede al rigor de sus guadañas:
ya transforma los valles en montañas,
ya pone un campo donde un mar había.

Él muda en noche opaca el claro día,
en fábulas pueriles las hazañas,
alcázares soberbios en cabañas,
y el juvenil ardor en vejez fría.

Doma el tiempo al caballo desbocado,
detiene el mar y viento enfurecido,
postra al león y rinde al bravo toro.

Sola una cosa al tiempo denodado
ni cederá, ni cede, ni ha cedido,
y es el constante amor con que te adoro.


Conoce más de la obra de José Cadalso en este enlace


Oda: No pretendas saber (que es imposible)

Leandro Fernández de Moratín (1760 - 1828)


No pretendas saber (que es imposible)
cuál fin el cielo a ti y a mí destina,
Leucónoe, ni los números caldeos
consultes, no; que en dulce paz, cualquiera
suerte podrás sufrir. O ya el tonante
muchos inviernos a tu vida otorgue,
o ya postrero fuese el que hoy quebranta
en los peñascos las tirrenas ondas,
tú, si prudente fueres, no rehúyas
los brindis y el placer. Reduce a breve
término tu esperanza. La edad nuestra
mientras hablamos envidiosa corre.
¡Ay! goza del presente, y nunca fíes,
crédula, del futuro incierto día.


Aunque Leandro Fernández de Moratín fue más reconocido como dramaturgo, también fue un poeta. Puedes encontrar más de sus obras aquí.

¡Gracias por ser parte de este viaje al neoclasicismo!



Fuentes:

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